martes, 27 de enero de 2009

Crisis económica y abstencionismo, claves en elecciones federales

. La política es equilibrio, tolerancia, pasión y confianza: Manuel Reyna

Alma Espinosa

Aunque todavía faltan tres años para la sucesión presidencial, 2009 es un año determinante para el futuro de México pues en julio próximo se realizarán las elecciones federales intermedias que determinarán cuál será la primera fuerza política del país.
Para renovar 500 escaños en la Cámara de Diputados la contienda comenzó desde hace algunos meses. Cada partido político ha determinado la forma en cómo elegirá a dos mil 400 candidatos para ocupar un lugar estratégico en San Lázaro, siendo la principal coincidencia en que los líderes de cada agrupación determine quién va y quién no.
Se elegirán 300 diputados federales por mayoría relativa (voto directo) y 200 por representación proporcional (plurinominal); asimismo, se elegirán a seis gobernadores de los estados de Querétaro, San Luis Potosí, Nuevo León, Sonora, Colima y Campeche; 616 presidentes municipales; 248 diputados locales y 16 delegados, junto con 40 asambleístas del Distrito Federal.
La envergadura de tal acontecimiento en el concierto político electoral de nuestro país, y específicamente en Veracruz, nos obliga a hacer una reflexión sobre lo que habremos de sortear los próximos meses y, sobre todo, cuál es y será nuestro rol como ciudadanos.
Para ello habremos de partir por dilucidar la relación entre los gobernantes y los gobernados. De acuerdo con los investigadores Leopoldo Alafita Méndez y Manuel Reyna Muñoz del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales (IIH-S) de la Universidad Veracruzana (UV), en Veracruz la relación entre gobernantes y gobernados se determina por la relación entre estos últimos y el gobernador, Fidel Herrera Beltrán, pues su figura es más grande que el conjunto de instituciones y políticos que integran el gobierno.
Desde la perspectiva de Carlos Villarreal Morales, catedrático de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, la relación entre gobiernos y ciudadanía es más clientelar que nunca. Ése es el patrón en todos los niveles sin excepción, sea municipal, estatal y federal.
“Cada sector, cada ciudadano espera del gobernante un don, dinero, trabajo, o siquiera una ‘palanca’. Incluso en el tema de la inseguridad, se espera que los gobernantes protejan al ciudadano, por ello el manejo de la publicidad oficial va en ese sentido: se ostenta el gasto en seguridad pública y la eficiencia de su uso como si fuera un favor especial y no una obligación”, expresó.
En esta relación evidentemente dispar, existe otro elemento que la ensombrece: la falta de confianza. El pragmatismo del gobernante es similar al pragmatismo del gobernado, es decir, nadie cree en el otro.
Según Carlos Villarreal, el gobernante no cree en la fidelidad de los ciudadanos y el ciudadano no se traga la idea de que el gobernante tiene alguna especie de principio –ya sea doctrinario o ético, partidista o personal–, de ahí que los partidos políticos, antaño la atalaya de los principios, vayan en franca decadencia.
No obstante, para el investigador Leopoldo Alafita habría que hacer primero una distinción antes de generalizar el desacuerdo entre ambas partes. Con base en un estudio que presentó en octubre del año pasado, se determinó que el gobernador de Veracruz, Fidel Herrera Beltrán, tiene un alto prestigio social si se compara con gobernantes de América Latina.
De las conclusiones a las que se llegó con el “Estudio de opinión acerca de la cultura política en los ciudadanos del estado de Veracruz”, se estipuló que la percepción sobre el desarrollo democrático local es de mayor optimismo que el promedio a nivel nacional. Precisó que los valores de mayor confianza en la democracia corresponden a los municipios rurales, mientras que los de mayor desconfianza son los urbanos y semiurbanos.
En tanto, Manuel Reyna reconoce una aparente tranquilidad en la relación gobernantes y gobernados en Veracruz, lo cual no sucede en el panorama nacional. Es una relación influida por la fuerte presencia de un político como Fidel Herrera Beltrán, quien tiene un juego muy amplio, además de que permea toda la relación y en ocasiones puede enriquecerla o distorsionarla.
A lo anterior se suman las condiciones que ponen en riesgo y confrontación la relación, como la crisis económica y el desempleo. Desde un punto de vista crítico, alertó, hay problemas de seguridad, bienestar, salud y demás conflictos que dificultan todo. “Cuando la sociedad mexicana tiene ciertos momentos donde no hay una aparente sensación de bienestar, se refleja en la relación con el gobierno”, aseguró.

Panorama electoral
Al visualizar el próximo proceso electoral del 5 de julio, los académicos se basaron en la relación gobernantes y gobernados. Carlos Villarreal considera que paulatinamente se perderá la magia de una elección dirigida por la creencia y la discusión de las ideas en su sentido clásico.
“En el próximo proceso campeará la tendencia pragmática, aunque también emotiva y estética en el peor de los sentidos. En cualquier caso, será un voto corto de miras: ‘quién, de manera personal, me hace las mejores ofertas. Quién robará menos, quién es menos pendejo, quién es más guapo, quién me cae menos gordo’, y cosas así”, adelantó.
Aseguró que el proceso electoral que ya comenzó se está determinando en buena medida por la tecnología y el dinero. Dijo que el voto ciudadano tiene dos sentidos: el voto de servidumbre (clientelar o cautivo) y el voto crítico (de castigo o rebelde).
Detalló que el voto de servidumbre se orienta mucho por la tradición y el miedo; se otorga el voto pensando en quién tiene una imagen de dominio porque se asume que uno (y toda la ideología del sistema tiende a reforzar esta impresión) es débil por naturaleza. “De tal suerte que uno termina votando por personajes adinerados, tecnócratas o amigos del gobernante en turno, es decir, gente de poder”, declaró el académico.
Para Leopoldo Alafita, el proceso además de ser harto complejo refleja que la principal atención se fija en atender fundamentalmente los derechos de los partidos políticos, y en segundo plano quedan los de los ciudadanos. Esto ha derivado en un predominio fundamental de los partidos sobre los ciudadanos.
Aunado a lo anterior, debiera revisarse la forma en cómo se administran los organismos que se han establecido para organizar las elecciones, la parte más visible de la democracia tan cuestionada en el proceso de transición. Desafortunadamente, comentó, son las propias fuerzas políticas las que eligen a los integrantes de dichos organismos, lo que se traduce en lo siguiente: los competidores ponen a su árbitro.
El investigador reconoció que todo lo logrado en la década de los noventa del siglo anterior, en cuanto a la integración de órganos electorales, se ha perdido. Esto ha dado como resultado que se cuestione la parcialidad de los árbitros.
En ese sentido, “me parece que la democracia respecto de los órganos administrativos tiene rezagos importantes. El grave problema es que los competidores siempre tienen la idea de mantener esos controles en sus manos porque de lo contrario su interés partidario puede quedar en riesgo”. Por ello, agregó, aunque se impulsen reformas del estado o de política electoral, a la hora de instrumentarlas siempre hay un sentir diverso.
En tanto, Manuel Reyna opina que lo ideal sería que las fuerzas políticas se mantuvieran dentro de lo que marca la ley y al margen de los procesos; que los medios de comunicación promovieran la democracia sin cargar los dados a favor de sus candidatos. Lo ideal, continuó, es lograr un punto de equilibrio porque la política es eso, mucho equilibrio y tolerancia, que significa respeto a los oponentes.
La política es una cuestión de pasión y podemos tener pasión con respeto, podemos gritar sin ofender, sin faltar al respeto. Por eso es tan importante que la ciudadanía lo entienda porque a nadie le conviene la ley de la selva. Dijo que en este juego del más fuerte la sociedad sale perdiendo, por lo que es esencial que las fuerzas políticas se comporten conforme marca la ley.
Un aspecto adicional es el del abstencionismo. De acuerdo con estadísticas de Consulta Mitofsky dadas a conocer a los medios por su presidente Roy Campos, la participación ciudadana en las elecciones intermedias de 2006 fue de 42 por ciento, más baja respecto de encuestas realizadas en años anteriores. Con base en los resultados, aseveró que en 2009 la participación bajará aún más.
De acuerdo con el Instituto Federal Electoral (IFE), los jóvenes registran regularmente menos participación, lo cual robusteció el abstencionismo en las elecciones del 2000 al llegar a 60 por ciento, y tres años después superó los 68 puntos porcentuales.
En 2009 podrán votar 78 millones de ciudadanos, de los cuales 14 millones tienen entre 18 y 24 años. Ante una falta de cambio sustancial en forma y fondo de las campañas, se anticipa que contribuirán a mantener o superar el porcentaje de abstencionismo.

Elecciones y economía
El ambiente electoral para elegir 500 diputados está acompañado por una inminente crisis económica. ¿Cómo afectará ésta el proceso? Villarreal Morales considera que “la crisis (que entre otras cosas limita el reparto de prebendas), el uso del miedo en las campañas electorales y el asco de aquellos que nos asumimos como verdaderos sujetos políticos, terminarán por producir un monstruoso abstencionismo. Si hubiera un fraude electoral, y no hay ninguna garantía para suponer su imposibilidad, será para inflar el conteo de votos, con el fin de evitar que las cifras se vean tan miserables”.
Su idea es que “el chiste de las campañas políticas es tratar de impedir que influya la crisis económica en las elecciones. Ahora que el PRD se ha sumado abiertamente al club de complicidad neoliberal, los tres principales partidos políticos mantendrán la orientación de la mirada del electorado hacia el miedo. Éste es políticamente rentable, sólo que la estrategia del miedo tiene unas letras chiquitas en el envase: su uso prolongado destruye el sistema”.
La crisis económica definitivamente impactará el próximo proceso electoral, según Reyna Muñoz, quien dijo que por eso es imprescindible que haya equidad y respeto a la ley. Aprovechando la situación, comentó, pueden darse abusos y son éstos los que generan desconfianza y, en consecuencia, se debilitan las instituciones.
Con base en el estudio de opinión, Alafita Méndez explicó que mientras la actividad económica sea suficiente para una sociedad se reflejará en una posición política optimista; en cambio, si la actividad económica es negativa pone en riesgo el empleo, las relaciones familiares, la estancia en un lugar determinado. Este tipo de indefiniciones o riesgos, detalló, deteriora el estado de ánimo y el comportamiento político puede ser distinto.
De acuerdo con la población consultada en el estado (mil 300 habitantes), 42.7 por ciento opina que el sistema económico funciona mal en nuestra democracia. No obstante, en Veracruz se tiene una visión optimista de la política y la democracia.
De frente a la antesala de las elecciones federales intermedias, sólo un dato adicional: El IFE y el Tribunal Electoral gastarán más en la elección de 2009 que lo presupuestado para la de 2006. Para el presente se estimó que el presupuesto será de 14 mil 76 millones de pesos para ejecutar la votación y atender cualquier conflicto, mientras que el proceso de hace tres años costó 13 mil 966 millones de pesos.

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